“Me voy a la mierda”: cuando huir parece la única salida.
- Evelyn
- 9 hours ago
- 2 min read
En Argentina tenemos una frase que usamos cuando todo nos supera, cuando la cabeza no da más, cuando el deseo de escapar lo invade todo: “me voy a la mierda”. Suena fuerte, sí, pero en realidad es una forma visceral de decir: “me largo”, “me las piro”, o incluso “me voy al saco”, dependiendo de donde estés. Es una mezcla de hartazgo, cansancio y, sobre todo, una fantasía de que en otro lugar, con otro paisaje, con otra gente, todo va a estar mejor. Que uno va a ser otro.
Muchas veces, cuando una persona decide irse de su país —emigrar, mudarse, romper con todo— no lo hace solo por un plan racional. Lo hace porque hay un fuego interno que arde y le grita: salí de acá, empezá de nuevo.Y claro, ese impulso puede tener algo de esperanza… pero también mucho de confusión emocional. A veces no nos estamos yendo hacia algo, sino huyendo de lo que no queremos ver. Pintamos el nuevo lugar como si fuera perfecto, ideal, como si allá sí fuésemos a ser felices. Nos convencemos de que lo que duele se va a quedar atrás, solo por cambiar de escenario. Pero esa urgencia por empezar de cero, por dejarlo todo, muchas veces es una forma de tapar lo que no sabemos cómo resolver. Una ilusión que nos calma por un rato, pero no sana..
Una paciente, por ejemplo, se fue a Tenerife buscando una nueva oportunidad. Lo que le decía su entorno era: “Te vas a encontrar con una vida nueva, vas a crecer, vas a ser feliz”. Y durante los primeros meses así lo sintió. Pero después, en la soledad, en el silencio de las noches nuevas, empezó a notar que el vacío no había quedado allá. El vacío viajó con ella.
La ironía de la distancia es que, al estar lejos, uno se da cuenta de lo que realmente importa. La relación con su familia, por ejemplo, se volvió más cercana, aunque en su país de origen había conflictos. Lo que antes le parecía un peso, ahora le daba consuelo. La lejanía, entonces, no le ofreció las respuestas que imaginaba. Más bien, le trajo las preguntas.
Porque irse no es el problema. Todos tenemos derecho a buscar nuevas oportunidades, mejores trabajos y estilo de vida. El tema es cuando el irse se convierte en la promesa de una solución mágica. Cuando pensamos que cambiando de coordenadas, de idioma o de rutina, vamos a curar heridas que en realidad llevamos adentro. Nos convencemos de que "irnos a la mierda" será la respuesta a todo, pero el mundo nuevo tampoco va a quitar lo que no cerramos con nosotros mismos.
Entonces sí, andate si eso te hace bien. Empezá de nuevo si lo sentís profundo y verdadero. Pero no creas que cruzar una frontera borra tu historia. No creas que el GPS emocional se reinicia solo por cambiar el paisaje.
Porque aunque te vayas a la mierda… vos también te vas con vos. Y tarde o temprano, lo que no resolviste, te vuelve a encontrar.
A veces en la playa, a veces en una videollamada, a veces en el silencio de tu nueva casa.
-------
Gracias por leerme. Y coincidas o no, dejáme tu pensamiento.
Evelyn

Comments