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"Dejé mi vida por él/ella: ¿es posible apoyar sin perderme?"

Writer: Evelyn Evelyn

En las relaciones de pareja, es común escuchar frases como “dejé mi vida por él/ella”, “me olvidé de mí mismo para que él/ella pudiera ser feliz” o “mi vida ahora gira en torno a su bienestar”. Estas frases reflejan un fenómeno emocional y psicológico que afecta a muchas personas en el contexto de relaciones de pareja: la tendencia a sacrificarse por el otro, poniendo en segundo plano los propios sueños, deseos y necesidades. Pero, ¿qué ocurre cuando todo parece girar en torno a la vida de la pareja, y uno se siente vacío al final del camino? ¿Es posible apoyar al otro sin perderse a sí mismo en el proceso?

Un ejemplo cotidiano

Imaginemos a Laura, quien lleva varios años en una relación con Javier. Desde que comenzaron a vivir juntos, ella ha sido su apoyo constante. Se dedica a ayudarle en su carrera, organiza su vida para que él pueda concentrarse en sus proyectos y, en el proceso, deja a un lado sus propias metas y deseos. En su día a día, Laura repite con frecuencia que su felicidad está ligada al bienestar de Javier, que siente que su vida tiene sentido solo cuando él está feliz. Sin embargo, después de varios años, Laura comienza a sentir una creciente frustración y, lo más alarmante, una sensación de vacío. Al mirar atrás, se da cuenta de que ha olvidado muchas de las cosas que solían entusiasmarla, como su carrera profesional o sus propios sueños. Aunque todavía se siente muy unida a Javier, empieza a cuestionarse: “¿Quién soy yo, más allá de ser la persona que apoya a Javier?”

La posición del “soporte”

El fenómeno de anteponer los deseos y planes del otro a los propios es algo más común de lo que parece. Las parejas, especialmente aquellas en las que uno de los dos asume un rol predominantemente de “apoyo”, pueden terminar con una vida de pareja marcada por una asimetría emocional que, en principio, puede parecer saludable, pero a largo plazo puede resultar perjudicial.

Frases como “yo estoy bien si él está bien” o “yo me sacrifico por él/ella porque es lo correcto” son comúnmente escuchadas en personas que se colocan en este lugar de “soporte” o incluso en situaciones de codependencia emocional. Estas declaraciones reflejan una creencia profunda de que el bienestar de la otra persona es esencial para el propio bienestar. Sin embargo, este tipo de creencias, aunque pueden parecer altruistas, a menudo enmascaran una dinámica más compleja.

¿Por qué ocurre esto?

Desde la perspectiva psicodinámica, esta dinámica de sacrificio y anulación de uno mismo está relacionada con patrones profundos establecidos en la infancia, que involucran vínculos emocionales con figuras significativas, como los padres. Los niños que crecen en ambientes donde el amor y la aceptación están condicionados a satisfacer las necesidades de los otros, o que tienen que asumir roles de apoyo excesivos a una madre o padre con dificultades emocionales, pueden internalizar la creencia de que su valor depende de servir a los demás. De manera inconsciente, estas personas desarrollan un sentido del yo fragmentado, donde su identidad está ligada al apoyo al otro y no a la construcción autónoma de sus propios deseos, necesidades y proyectos de vida.

La psicodinámica también nos habla de la "introyección", un proceso mediante el cual una persona adopta las expectativas y deseos de los demás como propios, como una forma de obtener amor o aprobación. Así, quien se coloca en la posición de apoyo puede estar, en realidad, buscando esa validación externa a través de su rol. Sin embargo, esto produce una desconexión con el yo auténtico, lo que crea la sensación de que, a medida que la relación avanza, la persona se va “perdiendo” a sí misma.

Siguiendo las ideas de Jacques Lacan, también podemos entender esta posición como una manifestación de lo que él denomina la “posición del cobarde”. En este caso, la persona que asume el rol de apoyo no solo lo hace por amor o generosidad, sino también como una forma de ocultarse detrás de la vida del otro, evitando enfrentarse a su propia existencia. ¿Por qué? Porque tomar decisiones, cambiar, tener proyectos y cometer errores requiere energía, valentía y, sobre todo, el enfrentamiento con la incertidumbre y los riesgos de la vida. Es mucho más cómodo quedarse en el rol conocido de “soporte” o “cobarde”, donde no hay necesidad de arriesgarse a fallar, de tomar decisiones que puedan tener consecuencias inciertas o de tener que asumir la responsabilidad de los propios deseos. Al adoptar esta posición, la persona evade la confrontación con su propia vida, porque enfrentarla significa tomar decisiones difíciles y, a menudo, salir de su zona de confort, lo cual puede ser aterrador. El cobarde, en lugar de actuar y construir su vida, se refugia en el rol de acompañante, donde se siente seguro, pero, a largo plazo, se pierde la oportunidad de crecer.

Consecuencias del sacrificio excesivo

Si bien al principio puede parecer que se está tomando una posición noble o generosa, el sacrificio constante de uno mismo puede tener consecuencias profundas. A largo plazo, quien se coloca en esta posición de apoyo puede empezar a experimentar una serie de emociones y sensaciones difíciles de gestionar:

  1. Frustración y resentimiento: Aunque la persona pueda creer que está ayudando por amor, con el tiempo puede surgir un profundo sentimiento de frustración. Esta frustración a menudo es producto de la sensación de que sus propias necesidades y deseos no están siendo atendidos. El resentimiento puede comenzar a manifestarse, especialmente si el otro no parece reconocer o valorar el sacrificio que se está haciendo.

  2. Pérdida de identidad: Cuando uno abandona sus propios sueños, metas o deseos, la pregunta de “¿quién soy yo?” puede surgir de manera inevitable. Esta crisis de identidad es común cuando una persona ha subordinado su vida al otro, al punto de no saber qué desea o qué la hace feliz fuera de la relación.

  3. Dependencia emocional: La constante identificación con el bienestar del otro puede crear una dependencia emocional. Al no tomar decisiones propias, la persona se vuelve vulnerable a la dinámica de la relación, ya que su estabilidad emocional depende de la estabilidad del otro. Esto puede llevar a una especie de "agotamiento emocional", donde la persona siente que ha dado todo de sí misma, pero no recibe nada a cambio.

  4. Dificultad para tomar decisiones: La adopción del rol de “apoyo” también puede llevar a una dificultad para tomar decisiones importantes en la vida. Al evitar riesgos y delegar constantemente las decisiones al otro, se pierde la capacidad de establecer objetivos personales y asumir responsabilidades individuales. Esto puede hacer que, cuando la relación termina, la persona se enfrente a un vacío existencial y se vea incapaz de tomar decisiones por sí misma.

  5. Parálisis emocional y evasión de la vida propia: Al no confrontar sus propios deseos y evitar el enfrentamiento con el riesgo, la persona que asume este rol de sacrificio perpetuo puede terminar en una parálisis emocional. Al estar constantemente en un “modo de soporte”, se deja de experimentar la vida de manera activa y autónoma. La necesidad de mantenerse en un lugar cómodo, evitando el dolor de la incertidumbre y el fracaso, lleva a una desconexión de los propios impulsos vitales. Esto resulta en una incapacidad de enfrentar cambios o nuevos proyectos, y la vida se vuelve una serie de decisiones pasivas, donde el individuo ya no sabe cómo tomar las riendas de su existencia.

 

Reflexión final

Es importante recordar que una relación de pareja saludable no debería implicar la anulación de la identidad individual. El amor y el apoyo mutuo son fundamentales en cualquier relación, pero sin que ello implique la supresión de los propios sueños, deseos y aspiraciones. Las parejas más saludables son aquellas que se apoyan mutuamente sin perderse a sí mismas, donde ambos miembros pueden crecer y desarrollarse de manera autónoma, pero a la vez interdependiente.

La pregunta que te invitamos a reflexionar es: ¿qué pasa cuando lo damos todo por el otro? ¿Es posible que, en nuestro afán de apoyar, hayamos dejado atrás partes importantes de quienes somos? Si te reconoces en este artículo, es importante que te permitas explorar tu propio camino y retomar tus propios sueños. Solo cuando ambos miembros de una relación crecen como individuos, pueden contribuir de manera más auténtica y enriquecedora a la relación.

Recuerda que tú también eres valioso(a), y tu vida merece ser vivida plenamente, con tus propios logros, decisiones y sueños. Tu bienestar no debe depender de sacrificarte, sino de encontrar un equilibrio en el que, tanto tú como tu pareja, puedan ser felices siendo quienes realmente son.

 

 

Si necesitas ayuda, aquí estoy.

Gracias por leerme.




 
 
 

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